Este proyecto fotográfico explora la figura de Juana I de Castilla (mal-conocida popularmente como “Juana la Loca”) para reflexionar sobre los “pecados” históricamente atribuidos a las mujeres.
La serie contrasta la grandeza y el poder femenino con los estigmas y las cargas que a lo largo de los siglos han recaído sobre las mujeres. A través de una estética oscura, simbólica y en ocasiones irreverente, cada fotografía conecta la historia personal de Juana I con las tensiones, presiones y expectativas impuestas a las mujeres de todas las épocas.
AÑO: 2025
La historia de Juana I de Castilla sirve de hilo conductor para reflexionar sobre la opresión, la rebeldía y la resiliencia femenina, invitando al espectador a cuestionar los estereotipos y prejuicios que, a lo largo de los siglos, han relegado a las mujeres al papel de “portadoras de todos los males”.
Cada fotografía aporta un símbolo y una atmósfera que, en conjunto, revelan la compleja trama de poder, traición y silenciamiento que rodeó a Juana, y que sigue resonando en la percepción de la mujer a lo largo de los siglos.
El proyecto parte de la idea de que, en la tradición cultural y mitológica, las mujeres ocuparon un lugar divino, casi místico, pero con el paso del tiempo fueron asociadas con la culpa y el origen de los males. Juana I de Castilla, una reina rodeada de intrigas, encierro y la etiqueta de “loca”, personifica muchas de las contradicciones que han pesado sobre la figura femenina: la incomprensión, la imposición de roles y la anulación de su voz.
La serie de fotografías combina elementos históricos y contemporáneos para evocar el universo mental y emocional de Juana: el encierro en Tordesillas, la obsesión por el amor, la lucha contra los dictados familiares y políticos, y el cuestionamiento de su cordura. Al mismo tiempo, cada imagen trasciende lo meramente biográfico para invitar a una reflexión más amplia sobre la condición de la mujer: ¿hasta qué punto las narrativas de “locura” o “pecado” han servido para controlar y silenciar el poder femenino?
Mediante el uso de escenarios arquitectónicos con aire renacentista, atmósferas cargadas de niebla y símbolos como la corona, la puerta cerrada o el corazón expuesto, se alude tanto al encierro físico como al emocional. Los contrastes entre la solemnidad de los ambientes y los gestos provocadores o elementos disruptivos (como un mensaje irreverente escrito sobre la piel) subrayan la tensión entre la imagen oficial de la realeza y la realidad interna de la mujer.
¿Cómo se reconfiguran las nociones de deber y honor cuando eres traicionada?
La imagen se convierte así en una declaración personal y política. Rechaza la idea de que el cumplimiento del deber sea una virtud inmutable, y en su lugar aboga por una reevaluación de lo que realmente significa ser fiel a uno mismo. Al utilizar un lenguaje crudo y directo, la obra desmantela las máscaras de la dignidad forzada, revelando la crudeza de una historia en la que la fuerza y la sensibilidad de una reina se vieron eclipsadas por las expectativas sociales.
En definitiva, «Fuck Duty» es tanto una reivindicación de la libertad individual como una denuncia de las estructuras que han contribuido a la marginación y el olvido de figuras femeninas históricas como Juana I de Castilla. La imagen invita a cuestionar el peso de las obligaciones tradicionales y a reconocer la complejidad de una vida marcada por la lucha entre el poder y la vulnerabilidad.
Juana se muestra desnuda bajo su manto real, como si estuviera despojándose de la identidad que le fue impuesta. Este gesto de desnudez, en contraste con la capa que representa su estatus, representa la renuncia o pérdida forzada de sus derechos y de la autoridad que le correspondía. Es un acto de vulnerabilidad que revela el conflicto interno entre la imagen de una reina y la realidad de su encierro y marginación.
«Cold Promise» es una metáfora visual de la soledad y la desilusión, donde el compromiso político y matrimonial no solo frustra las aspiraciones personales, sino que también condena a la reina a una existencia de frialdad y desamparo, obligándola a renunciar a su propio poder y a su propia esencia.
En la composición, se observa a Juana en un momento íntimo, en soledad, a los pies de unas escaleras que parecen llevar a un espacio de reflexión.
Uno de los detalles más reveladores es el libro parcialmente oculto, que se intuye que es el Decamerón de Giovanni Boccaccio. Este «huevo de pascua», hace alusión a la tradición literaria y al ambiente intelectual en el que creció Juana, ya que se sabe que su madre, Isabel la Católica, poseía una vasta biblioteca. La inclusión del Decamerón no es casual; sugiere la conexión de Juana con el conocimiento, la lectura y, por extensión, con la libertad que la cultura y las ideas podían ofrecer. La posición de Juana, con el libro medio escondido, es un gesto de resistencia ante un destino que intenta silenciar su voz intelectual y emocional.
La luz utilizada en la fotografía enfatiza la dicotomía entre claridad y sombra. Mientras que la iluminación destaca sutilmente el contorno del libro y la figura de Juana, las sombras que lo rodean simbolizan el peso de la incertidumbre y el aislamiento. Este juego de luces y sombras se convierte en una metáfora visual del conflicto interno de Juana: la lucha entre la sed de conocimiento y la realidad opresiva de su entorno.
Esta imagen se centra en la representación de Juana como la encarnación de una reina que se desvanece. La figura etérea y casi fantasmal de Juana simboliza la fragilidad de su reinado y la pérdida gradual de su identidad y poder. La disolución visual de su figura evoca la sensación de un trono que se desmorona en silencio, reflejando tanto la melancolía personal como la traición y el aislamiento que marcaron su historia.
Con cada trazo de niebla y cada sombra, se insinúa la lucha interna y la inexorable desaparición de una figura que, a pesar de su grandeza, se pierde en el olvido.
Es una imagen que muestra el progresivo borrado de su autoridad y de su propia identidad.
Es la contraparte de “Fading Queen”: mientras allí aparecían otras presencias, aquí se la ve totalmente sola, empapada y abandonada en lo que parece un territorio que ya no le pertenece. “Nobody’s Kingdom” refleja la idea de que, pese a ser reina, no pudo gobernar. Es un reino que, en la práctica, no fue de nadie o, más bien, fue de todos menos de ella.
El corazón, símbolo de la pasión y el sufrimiento, aparece literalmente expuesto para reflejar la intensidad emocional que se le atribuía a Juana. Al mismo tiempo, las ramas aferrando el corazón sugieren la fortaleza interna de quien se aferra a su derecho y a su verdad, a pesar de ser tachada de “loca”.
La fractura visual que permite ver el corazón, que a primera vista parece una herida, se transforma en una ventana hacia la autenticidad de sus emociones, haciendo eco de la dualidad entre la fortaleza que se espera de una reina y la fragilidad humana que a menudo se oculta tras esa fachada.
El uso de la luz y la sombra en la fotografía refuerza este contraste: por un lado, la iluminación que resalta el brillo del corazón simboliza la vitalidad y la esencia inquebrantable de Juana, mientras que las sombras circundantes sugieren la oscuridad de su destino, marcado por el aislamiento y el rechazo.
La imagen no es solo una representación estética, sino una invitación a reconsiderar la historia desde una perspectiva más íntima y empática, en la que el corazón de Juana se erige como símbolo de su autenticidad, resiliencia y la eterna lucha entre la apariencia y la realidad.
La imagen encarna un último acto de rebeldía de Juana. En ella se nos invita a interpretar un mensaje directo: «Juana, esconde tu corona, aférrate a ella, o corres el peligro de ser despojada de ella». La corona, símbolo supremo de poder y autoridad, se muestra en una situación de tensión: por un lado, representa el derecho y la identidad real que Juana reclama; por otro, está en peligro de ser arrebatada mediante traición y manipulación.
El gesto de ocultar la corona es, a la vez, un acto de defensa y de desafío. Juana se ve obligada a decidir entre exponer abiertamente su poder y, con ello, arriesgarse a que se lo quiten, o esconderlo para preservar lo que es suyo. Esta imagen nos habla de una lucha interna y externa, donde la visibilidad de su poder se convierte en una vulnerabilidad en un entorno opresivo y traicionero.
En esencia, «Hide or Lose» es un llamado a la resistencia: es un recordatorio de que aferrarse a lo propio—en este caso, al símbolo de su reinado—es un acto de valentía y de desafío ante aquellos que buscan despojarla de su derecho. La fotografía se erige, por tanto, como un testimonio del conflicto entre el deseo de reivindicación y el temor a la traición, mostrando a Juana en ese último, decisivo momento de rebeldía.