Izaskun Valmaseda
Serie

Bailar la Hebra


Una serie que deconstruye la estética del folclore para revelar lo que se oculta bajo la belleza: el adorno que aprieta, el cuerpo que sostiene, la tradición que pesa.
Desde lo conceptual, el hilo ya no adorna: rasga, sujeta, denuncia.

Los bailes regionales nos envuelven con su estética colorida, sus ornamentos y su gestualidad codificada. Pero bajo la belleza hay tensión: el cuerpo que soporta, el adorno que aprieta, el ritmo que exige.

Esta serie no representa literalmente esos trajes ni esas danzas. En su lugar, los deconstruye: toma sus símbolos —cintas, tejidos, adornos— y los traslada a un lenguaje visual contemporáneo, conceptual y cargado de fisicalidad.

El cuerpo aparece como fragmento, como superficie intervenida. No hay reconstrucción folclórica, sino una mirada íntima y crítica al peso que arrastra esa tradición.
Bailar la hebra es una coreografía visual entre la herida y la costura, entre la belleza visible y lo que aprieta por dentro.

El Hilo Interior: Bordar la herida
El Hilo Interior: Bordar la herida
Huesos de hilo: Lo que me sostiene
Huesos de hilo: Lo que me sostiene

«El Hilo Interior: Bordar la herida» abre un tajo preciso en la piel para revelar lo que solemos ocultar: la estructura sensible que nos sostiene. Los hilos de colores que emergen desde el interior no son decorativos, sino órganos simbólicos. Azul como la vena, rosa como la arteria, amarillo como el nervio… Cada tono responde a una codificación corporal que he traducido en textil, como si pudiera bordarse el dolor, la memoria o la biografía.

En esta pieza, lo anatómico se vuelve emocional. Me interesa cómo el lenguaje del cuerpo puede abordarse desde lo artesanal: coser como un acto de reparación íntima, bordar como forma de narrar la herida. El pie en punta —tenso, casi suspendido— habla del esfuerzo de sostenerse mientras se expone lo más frágil. Una coreografía interna, abierta al ojo, hilada con precisión.

En «Huesos de hilo: Lo que me sostiene» la carne se rompe y revela una estructura inesperada: carretes dorados en vez de huesos. La pierna vendada en hilo no se cae, se enrosca. El pie, en punta, no se apoya en el suelo, sino en una madeja que le da sustento: blanda, frágil, pero firme.

Esta pieza reimagina la anatomía como una trama textil. Lo que nos mantiene erguidas no siempre es lo que la biología dicta, sino aquello que hemos tejido para sobrevivir: herencias, cuidados, exigencias, memoria. Aquí el hilo no solo cose o adorna, sino que sustituye. El hueso se ha vuelto hilo porque lo duro se ha vuelto flexible. Porque, a veces, sostenerse no depende de la rigidez, sino de la capacidad de adaptarse y no romperse.

La estética, inspirada en el imaginario de los trajes tradicionales y el lenguaje corporal del sacrificio, remite también al ballet: esa tensión constante entre belleza y dolor, entre esfuerzo y perfección impuesta. Son un retrato de la estructura emocional —aparentemente invisible— que sostiene nuestros cuerpos, nuestras historias, nuestras danzas.

 
Serie abierta

Ancestro: Estudio Textil 1


Esta imagen parte de la contemplación cercana del tejido como superficie, pero también como territorio simbólico. Cada hebra, cada cruce, guarda la memoria silenciosa de gestos transmitidos: lo hecho a mano, lo aprendido sin palabras, lo que se lleva en la piel aunque no se vea.

El encuadre macro transforma lo familiar en algo casi abstracto, donde textura y luz revelan una herencia suave y persistente: la del textil como cuerpo y como legado.

Ancestro | Estudio Textil 001





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